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El ‘prota’ sobrevalorado de la infraestructura peruana

Dicen que los protas, o protagonistas, del anime shonen empiezan débiles y evolucionan con el tiempo. Sin embargo, el nuevo aeropuerto Jorge Chávez debutó como si fuera el héroe más esperado… solo para quedarse atrapado en el primer capítulo. ¿Moderno, funcional, de primer mundo? Solo si vives en otra realidad.

La nueva terminal prometía eficiencia y modernidad, pero hasta ahora parece más un arco de relleno. Acceder a ella es más difícil que derrotar a Madara: una sola entrada por la avenida Morales Duárez, tráfico infernal y puentes modulares que tiemblan más que Goku en su examen de manejo.

Para disimular la pobreza alrededor del camino, construyeron un muro con paneles verdes para tapar la basura del Río Rímac. No es urbanismo, es maquillaje al estilo filtro anime ‘kawaii’.

Y ni hablemos del transporte público. Aerodirecto, ese que debería llevar pasajeros, funciona igual que la segunda temporada de The Promised Neverland: con promesas rotas. Si quieres tomar taxi, anda soltando tus 100 lucas, porque hay carreras que cuestan lo mismo que una figura coleccionable de Goku en Super Saiyajin Blue.

¿Y dentro? Caos. Vuelos cancelados por falta de combustible, pasajeros atrapados en aviones por horas, oficinas inundadas (Copa Airlines ahora tiene un sistema acuático, cortesía del LAP), y personal que parece NPC, personaje no jugable, sin instrucciones. Los paneles informativos se ven modernos, pero la desinformación es nivel Evangelion: confusa, frustrante y con riesgo de colapso mental.

La pista de aterrizaje está incompleta, como si el aeropuerto fuera Oliver Atom: siempre corriendo, pero sin llegar al arco. Todo esto, claro, con el clásico giro peruano: subir la tarifa TUUA. Pagar más por menos, como si fuera DLC, contenido descargable, de un juego que ya te decepcionó.

Así que sí, el nuevo Jorge Chávez es un protagonista… pero de esos que decepcionan. Un Eren Yeager sin desarrollo, un Light Yagami sin libreta, un Luffy sin tripulación. Un símbolo más de cómo en el Perú nos encanta vender espejitos high-tech mientras seguimos operando con estructuras que se caen a pedazos.

Pero tranquilo, turista, tú sigue la ruta señalizada hacia Miraflores. No mires a los lados. Aquí no pasa nada.

Escrito por Rosa Vela

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