¿El Nobel de la Paz para Donald Trump? ya pues, causa, ¿qué sigue? ¿Bad Bunny presidente de la ONU? Cuando creíamos haberlo visto todo —inflación mundial, el regreso de los emo y un aeropuerto sin pista— llega esta joyita: Donald Trump ha sido nominado al Premio Nobel de la Paz. Sí, el mismo que decía que el cambio climático era un invento chino y que quería construir un muro más largo que la fila del Banco de la Nación en quincena.
La razón: el presidente gringo negoció un alto el fuego entre Israel e Irán durante la “Guerra de los 12 Días”, un conflicto que duró menos que una novela coreana, pero que dejó titulares con más fuegos artificiales que Año Nuevo en el Callao.
Según el congresista republicano Buddy Carter, que más parece fan que legislador, Trump tuvo un rol “extraordinario e histórico” para frenar las ambiciones nucleares de Irán y, por supuesto, salvar el mundo. Porque nadie salva el mundo como un magnate inmobiliario con procesos judiciales abiertos.
Para Carter, el liderazgo de Trump “representa los ideales del Nobel”. No sabemos si eso incluye lanzar misiles primero, negociar después y terminar con una ronda de aplausos… y una Big Mac de premio.
Pero la historia no termina ahí. Carter es el mismo que quiere cambiarle el nombre a Groenlandia por “Tierra Roja, Blanca y Azul” y que presentó un proyecto para vender el edificio de Nancy Pelosi. Porque, claro, si no puedes ganar con ideas, remodela el mapa y liquida propiedades.
Eso sí, hay que reconocerle algo a Trump: su talento para meter floro diplomático es más fuerte que el ají charapita (solo para conocedores).
Y aunque esta no es la primera vez que lo nominan, si esta vez gana ya podemos imaginar la ceremonia: Trump con banda dorada, diciendo que nadie ha hecho más por la paz mundial “excepto Jesús… y tal vez su mejor amigo Elon Musk”.
Así que prepárense. Si esto sigue así, en cualquier momento nominan a Vladimir Putin como “embajador del Año del Diálogo” y a Kim Jong-un como “influencer por la paz”. Total, el mundo anda tan patas arriba que ya no sabemos si estamos en la ONU o en un sketch de Carlos Álvarez.
Escrito por Rosa Vela
