¡Alerta de orgullo nacional… moderado! Dos chicas huancavelicanas se hicieron virales en TikTok cantando con sentimiento, con polleras y voz de jilguero. ¿La reacción? Memes, burlas y “humor”: que si chillan, que si parecen Alvin y las ardillas, que si eso no es música. Porque claro, ser “autóctono” solo es lindo cuando es decorativo. En Inti Raymi y los carnavales sí las aplaudimos, pero si salen en TikTok, las hacemos trizas.
Hasta que apareció Wendy Sulca –nuestra santa patrona del “me reí de mí antes que tú”– a poner los puntos sobre las íes. Porque sí, Wendy fue la burla nacional antes de que existiera el Tik Tok, pero hoy es la única que se atrevió a decir lo obvio: nos avergüenza las otras culturas que tiene el Perú. Nos da roche sonar andinos. Nos incomoda lo que no suena a Lima Top o no tiene beat de reggaetón.
@ariedsumaqmoda #cervezaporquetebusco #haysasawi #huancavelica #huancavelicanas ♬ sonido original – JHONATAN ARIEDH
¿Dónde quedó ese orgullo por lo nuestro? Ah, sí: en el comercial de papas nativas que sale cada Fiestas Patrias, entre un poncho y un charango que nadie sabe tocar. Porque el nacionalismo peruano es así: de pasarela, no de calle.
El sociólogo Michael Billing introdujo el concepto de nacionalismo banal. Se refiere a las prácticas cotidianas y sutiles que refuerzan la identidad nacional sin ser reconocidas como tales. Amamos cuando Machu Picchu y otros sitios de los Andes son reconocidos en Tik Tok, pero ¿reconocer a su gente?. Ahí sí que no porque no somos iguales.
Y entonces nos golpea la verdad más dura que piedra de Huamanga: amamos al Perú, pero solo si se ve como Miss Perú y canta como Shakira. Si canta como tu tía de Huancavelica, mejor le bajamos el volumen. El problema no son las jilgueras. El problema es que nos duele vernos tal cual somos.
Escrito por Cynthia Pérez