“Amigos viciosos, tengo que contarles esta triste historia que comienza en el lecho de mi hogar. Tal como lo imaginan, mi flaca también se suma a la lista de mujeres agresoras de Perusalen, y yo tristemente formo parte de la estadística actual. ¡¡Y NO ME SIENTO MAL!! Hasta a los más grandes hombres les ha pasado, y aunque el golpe duele más en el alma que en el brazo (pobrecita, cree que me hace daño). Lo que más miedo me da es que transforme su cara, ¡¡yo les juro que es chucky!!
Yo soy un hombre tranquilo y muy ‘average’ como dirían en la PIUK (¿así dicen o yala?) ¿No? Bueno, no importa. El punto es que soy una persona muy promedio de hombres peruano: se hacer muy poco, le hago caso completamente a mi vieja y lavar los platos… Mmm, no entiendo por qué se molestaría. Estas mujeres…. Indescifrables! En fin. El punto es que no llego al punto, la cuestión es que en una pichanguita en un torneo de barrio mi flaca me fue a buscar bastante transformada y me dejó peor que a Makron, ahora mis causas creen que quemo el arroz y que mi flaca manda. No sé qué hacer, aiudaAAAaaa.
Tu vicio responde:
lamentamos el momento en el que leímos tu mensaje, querido Macron del Agustino:
Primero que nada: respira. Segundo: no estás solo. Hasta los mas fieros han sido reducidos a gatitos por una fémina. La diferencia es que ahora hay cámaras. No te sientas mal, si a Macron lo cachetean, imaginate a ti ps sano…
El problema no es que tu flaca mande —el problema es que haya normalizado la agresión como forma de comunicación. Consejo de Tu Vicio: arma límites antes que te recorten el chasis en otro campeonato. Suerte Ollanta machucado.